4643 Vasco de Gama

By Miranda Zhen-Yao Van-Boswell, CASA Chile Spring 2019 (Brown University ’20)

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Vivir en la ciudad de Santiago como estudiante de intercambio ha sido una experiencia inolvidable. Cabe decir que este rincón del mundo es infinitamente distinto a los lugares que había conocido. Quizás porque soy hija de un estadounidense y una china, la mayoría de las conversaciones culturales que escuchaba mientras crecía eran bastante binarias, siempre entre “el oeste y el este”, sin ninguna mención, por ejemplo, del continente sudamericano. Por esto, tuve muchas ganas no solo de visitar a Chile como turista, sino también tener la oportunidad de sumergirme en la cultura local a través de ser estudiante de una universidad chilena y vivir con una familia anfitriona.

Siempre ha sido un sueño poder expresarme en español. Después de tres semestres de clases de español en una aula en Providence, sentía como mi nivel de español era atrapado en un plateau. Ahora sé que un cambio de ritmo y entorno eran muy necesarios para resolver ese problema. Afortunadamente, como es de esperar, la experiencia de vivir en un entorno real hispanohablante me ayudó mucho. En términos de mi acento, aprendí de que en inglés tenemos el hábito de hablar desde la garganta, mientras en español uno se habla más con la punta de la lengua. Obviamente, todas los lenguajes necesitan ocupar el tracto vocal entero, pero todos los idiomas tiene su propia “actitud” cuando se trata del uso de los músculos de la boca, la garganta y la lengua. Empezar enfocar la formación de mis palabras más adelante de la boca marcó una diferencia notable en el flujo de mis palabras en español.

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La transición a la vida universitaria chilena fue bastante impactante para mi. Seguramente por la contingencia política de este país, el estudiante chileno promedio me parece muy activo políticamente. Es común que no haya clase porque los estudiantes de la facultad están en contra de un cambio de ley (este semestre el TPP generó mucha polémica), o por querer crear  consciencia sobre un tema concreto (por ejemplo la salud mental o el acoso sexual). Toda la conversación es- muy impresionablemente- encabezada por los estudiantes, quienes priorizan su participación política antes que su responsabilidad académica. Por un lado, al principio me costó adaptarme a esa actitud pero por otro, me amplió mucho mi forma de entender lo que es realmente  la educación. Aunque fue interesante y enriquecedor participar en las huelgas o manifestaciones en la universidad contra el TPP, tuve que recordarme a mí misma de mi posición privilegiada. Porque poder observar y aprender sin ser afectada directamente por los problemas sociales de este país no es un lujo para todos.

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En el momento en que escribo, falta menos de tres semanas para mi vuelo de regreso. Me da mucha pena irme de Chile, especialmente por dejar mi rutina que había empezado a amar tanto. Extrañaré comer en el sofá con mi hermano anfitrión y los cálidos rayos del sol en la mañana. Extrañaré mis recorridos por la ciudad en el transporte público, los entretenidos espectáculos por las calles: el grupo de jazz en el metro, malabaristas en los cruces de las calles, parejas de salsa del mismo sexo, canciones de la guitarra folklórica en la micro, etc. Extrañaré reunirme con el grupo del programa, lleno de gente tierna y buena. No hay duda de que todavía me falta mucho por ver y aprender en este único país. Ojalá que un día tenga la oportunidad de volverme a Chile.

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